El pasado del tiempo

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domingo, 21 de noviembre de 2010

La guerra de Cuba y el servicio militar en España





En la actualidad las Fuerzas armadas españolas  están formadas por voluntarios profesionales. Pero hasta 2002 el servicio militar  fue obligatorio en España. Una ocasión para recordar la historia de los sistemas de reclutamiento militar en España a lo largo de los siglos XIX y XX

Documentación:

Artículo: el fin del servicio militar

Historia servicio militar en España

Breve historia de la mili

Quintas y servicio militar

La redención en metálico y el 98

Para saber más. La guerra de Cuba y el servicio militar
Fuente: Foro 1898. Punto de encuentro

El Artículo 3 del Título 1 de la Constitución española de 1.876 indicaba la existencia del servicio militar obligatorio para todos los españoles en los siguientes términos:

"Todo español está obligado á defender la patria con las armas, cuando sea llamado por la ley, y á contribuir, en proporcion de sus haberes, para los gastos del Estado, de la Provincia y del Municipio.
Nadie está obligado á pagar contribución que no esté votada por las Córtes ó por las Corporaciones legalmente autorizadas para imponerla."
Y el Artículo 88 del Título 12 rezaba los siguiente:

"Las Cortes fijarán todos los años, á propuesta del Rey, la fuerza militar permanente de mar y tierra."

Tenía una duración de tres años, y una vez cumplidos los mozos pasaban a una nueva situación militar que venía a durar alrededor de ocho años: la reserva activa.

Los Ejércitos se cubrían mediante voluntarios o por medio de quintas, un sistema por el que anualmente eran sorteados los varones en edad militar.
Esta edad militar cambió con el tiempo, ya que hasta el año 1.885 se llamaba a filas a los varones de 20 años, rebajándose en ese año la edad de reclutamiento hasta los 19 años para volver a establecerla de nuevo en los 20 años en 1.899.

Sin embargo los efectivos de las unidades estacionadas en Ultramar se cubrían mediante el reenganche de aquellos que habían finalizado su servicio pero deseaban prolongarlo, mediante voluntarios procedentes de las unidades con guarnición en España, o mediante sorteos especiales entre las diversas unidades del Ejército peninsular.

Pero si el servicio militar era obligatorio para todos los españoles, eso no significaba que todos los quintos sorteados en el año tuvieran que cumplir con esa obligación, ya que existían tres formas posibles de eludir las obligaciones militares:

1.-los excedentes de cupo, que pasaban a integrar una segunda reserva durante ocho años, carentes de cualquier tipo de formación militar;
2.-la sustitución;
3.-la redención en metálico.

Las dos últimas posibilidades de eludir el compromiso militar favorecían claramente a las clases sociales económicamente más fuertes, reservando el "honor" de servir a la Patria o de morir por ella a los más desfavorecidos.

Este sistema se estableció en 1.850, aunque la sustitución iría desapareciendo poco a poco.
En 1.878 sólo se permitía realizar la sustitución a parientes de hasta 4º grado y ya en 1.882 tan sólo entre hermanos, mientras que anteriormente un mozo en edad militar podía presentar a un "sustituto" que hiciera el servicio militar por él sin que existiese ningún lazo de sangre.
Sin embargo, para los mozos destinados a Ultramar estas limitaciones no se aplicaban, siendo una práctica habitual presentar un sustituto. Por supuesto, al sustituto le abonaban una cantidad de dinero, por regla general inferior a la que se debía abonar en caso de redención en metálico.
La redención en metálico permitía a aquellos mozos que abonasen 2.000 pesetas eludir el servicio militar, cantidad que sería reducida a 1.500 pesetas a partir de 1.882, y que sólo tenía vigencia para los mozos destinados en la Península.
Este sistema se mantendría vigente hasta 1.912, a pesar de que ya en 1.891 se había presentado a las Cortes una propuesta de Ley para abolirlo.






Sintesis de España en el siglo XIX. Economía y sociedad

Madrid a finales del XIX
En la España del siglo XIX al mismo tiempo que se creaba un Estado liberal se consolidaba una sociedad de clases (basada en la propiedad y en la riqueza), se desarrollaba un proceso de industrialización y se implantaba una economía basada en el capitalismo.

El crecimiento demográfico
            España pasa en el siglo XIX  de 11,5 a 18,6 millones de habitantes. Crece pues considerablemente (60%) pero menos que otros países europeos debido a que la mortalidad se mantuvo algo más elevada. Hubo importantes epidemias de cólera (por ejemplo, la de 1885). El crecimiento fue desigual: Madrid y la periferia crecieron más que el resto.

Los movimientos migratorios y el crecimiento de las ciudades
            Los campesinos emigran a las ciudades, primero a las más próximas y, desde 1860 hacia las zonas más industrializadas peninsulares (Madrid, Cataluña y Vizcaya). A finales de siglo la emigración será a América, desde Canarias, Galicia y la cornisa cantábrica.
            Las ciudades que más crecieron entre 1850 y 1900 fueron Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Málaga y Zaragoza. Cambiaron de fisonomía; se construyeron ensanches, traída de aguas, plazas y parques, estaciones de ferrocarril, alumbrado de gas, edificios oficiales, vías,   paseos y teatros  No obstante, a principios del siglo XX, la mayoría de la población continuaba  aún viviendo en el campo.



Las transformaciones y los problemas  en la agricultura
            Pese a la industrialización de algunas zonas muy localizadas, España siguió siendo un  país fundamentalmente agrario durante el siglo XIX. La reforma agraria liberal consistió en  introducir formas de producción capitalistas, convertir la tierra en una mercancía y  consolidar la propiedad privada de la tierra. Para ello los liberales adoptaron tres medidas esenciales: la abolición del régimen señorial, la desvinculación de mayorazgos y la desamortización (en 1837 de bienes eclesiásticos –Mendizábal- y desde 1855 de bienes municipales- Madoz-). Muchas tierras pasaron a ser propiedad de burgueses que las cultivaron para obtener beneficios, aumentando la producción agraria.




La propiedad estaba muy mal repartida y masas de campesinos (en Extremadura, Castilla y Andalucía) trabajaban  recibiendo bajos salarios en los  grandes latifundios de propietarios absentistas, permanecían desempleados en la miseria buscando un jornal   o decidían  emigrar. En el norte predomina el minifundio y una agricultura de autoconsumo. En estas circunstancias, la agricultura no se modernizó, los rendimientos eran muy bajos, y el escaso  poder adquisitivo de la mayor parte de la población impidió el aumento de la demanda y el crecimiento de mercado para favorecer el desarrollo industrial.


            El cereal fue el producto mayoritario de producción pero a un alto precio que obligó a los gobiernos a recurrir al  proteccionismo. Otros cultivos eran el maíz y la patata, en el norte. El olivo en Andalucía,  el arroz y cítricos en el Mediterráneo y la vid en Cataluña y La Rioja fueron productos que tuvieron más éxito en la exportación.

Los inicios de la industrialización española en el siglo XIX
            La industrialización española se produjo con retraso, fue más lenta  que en otros países de Europa occidental y muy desigual en el espacio (Madrid, Cataluña y a la zona cantábrica, Asturias y País Vasco).
Las  industrias más modernas y mecanizadas fueron las textiles catalanas, entre 1830 y 1860, aunque dependían del carbón asturiano o galés y por  su productividad, costes y precios no se podían comparar con las inglesas, por lo que hubo que recurrir al proteccionismo: la producción se destinaba al mercado nacional y a las colonias (Puerto Rico y Cuba).        
 De este modo nuestras industrias fueron poco competitivas, con altos costes de producción, escasa demanda  y difícil  renovación tecnológica.
            Los yacimientos de minerales como el  plomo, cobre, zinc o mercurio se vendieron por el Estado a compañías extranjeras para paliar la Deuda Pública.. El hierro vizcaíno se exportaba a Inglaterra. Los beneficios de la exportación de hierro posibilitaron las industrias siderúrgicas primero y, a finales de siglo, la aparición  de otras de construcción, navales y metálicas Así surgió también un importante sector bancario para financiar las industrias (Banco de Bilbao, Banco de Vizcaya…)


            Desde 1855 hasta comienzos del siglo XX se construyen también las principales líneas ferroviarias siguiendo una estructura radial, con centro en Madrid, subvencionadas por el Estado y con capitales, máquinas y tecnología extranjera (entre 1855 y 1874 se construyeron 6000  kilómetros  de vías ferroviarias). El mayor ancho de la vía dificultó la conexión con las líneas europeas. Al principio no fueron muy rentables por el atraso económico español pero a la larga tuvo efectos beneficiosos potenciando el traslado de viajeros, mercancías e ideas.



A finales del siglo XIX y comienzos del XX tuvo lugar una segunda revolución industrial asociada a nuevas formas de energías como el petróleo y la electricidad. El petróleo permitía una alternativa al carbón y la electricidad primero se aplicó a la iluminación y luego a las industrias. Surgieron nuevas industrias como las del automóvil, las químicas o metalúrgicas.
            Pero a principios de siglo España seguía siendo un país predominantemente agrario con grandes desequilibrios territoriales y tres zonas industrializadas (Madrid, País Vasco y Cataluña) con una riqueza muy superior a las restantes zonas del país.

La sociedad española del XIX
El precio de una madre de Marceliano Santamaría. Las amas de cría eran llevadas eran llevadas del campo a la ciudad para amamantar a los niños recien nacidos de las familias adineradas. El abandono de sus propiso hijos queda registado en este cuadro de manera realista y dramática
La tejedora de Buenaventura Planella (1882)
           La revolución liberal y la industrialización ponen fin al Antiguo Régimen e instalan en España, como en el resto de Europa Occidental, la sociedad de clases y el capitalismo. En España la burguesía fue escasa y poco emprendedora y la nobleza terrateniente mantuvo un papel social relevante, aunque lentamente ambos grupos se fusionaron creando las clases ricas, propietarias y poderosas que controlarán el poder político. La Iglesia mantuvo su poder influyente a través de la educación y las costumbres. Se mantuvo un elevado número de campesinos sin tierra –jornaleros- que vivían en condiciones miserables lo que fue un lastre y motivo de conflictos sociales hasta el siglo XX. El poder de las clases altas venía determinado por los negocios de la época (bancos, comercios, industrias, ferrocarriles, inversión en Bolsa, negocios en Cuba) y por la posesión de tierras (muchos burgueses compraron tierras desamortizadas).
Las clases altas (10%)  incluyen a  la alta burguesía financiera, industrial, comercial y agraria, los nobles terratenientes, políticos de extracción universitaria, altos funcionarios, jefes y oficiales del ejército y  altos cargos de la jerarquía eclesiástica.





            Las clases medias (20%) eran muy heterogéneas y escasas numéricamente, e incluían a la burguesía media y baja (comerciantes, pequeños empresarios, funcionarios, profesiones liberales, clases del ejército, artesanos, empleados…)
          
  Las clases populares (70 %) eran las más abundantes con un gran contraste entre el campo y la ciudad. Eran obreros industriales, mineros, empleados de ferrocarril, criados y especialmente campesinos, la mayor parte sin tierra, jornaleros que vivían en  precarias condiciones de vida, esta sociedad tan desigual generó revueltas urbanas y rurales (para combatir estas se creó la Guardia Civil) al tiempo que se iniciaban los movimientos obreros.
             La población activa dedicada al sector agrícola es claramente mayoritaria (63%) frente a la del sector terciario (25%) y secundario (12%). La estratificación social de la población activa, presenta un carácter casi preindustrial, que no cambiará demasiado hasta finales de siglo.
Los movimientos obreros
            Las primeras protestas y asociaciones obreras surgieron en Cataluña. La primera huelga general tuvo lugar en 1855. Desde 1868 (durante el sexenio) penetran las ideas internacionalistas. En España predominará el anarquismo (entre los obreros catalanes y el  numeroso campesinado andaluz). Fueron perseguidos e ilegalizados y desde la clandestinidad recurrieron a las insurrecciones y el terrorismo. En el siglo XX optarán por el sindicalismo creando en 1910 la CNT, la mayor central sindical hasta la Guerra civil
El marxismo se implantó más en Madrid, País Vasco y Asturias. En 1879 se fundó el PSOE y en 1888 la UGT. El PSOE participó en las elecciones  para defender los derechos de los trabajadores pero sin renunciar a sus objetivos revolucionarios. Pese al sufragio universal implantado en 1890 no logró su primer diputado en 1910



Síntesis de España en el siglo XIX. La Restauración (1875-1902)

El gran protagonista y promotor de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo  que desde años atrás se dedicó a la creación de un estado de opinión favorable a la restauración borbónica de una Monarquía constitucional basada en el orden, patriotismo, estado confesional y liberalismo moderado frente al “desorden republicano”.
Antonio Cánovas del Castillo
            Tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (29-12-74), con el apoyo de los altos jefes militares a favor de Alfonso XII como rey de España, se constituyó un gobierno-regencia presidido por el propio Cánovas hasta que el  9 de enero de 1875, Alfonso XII desembarcó en Barcelona.

Monumento a Martinez Campos de Mariano Benlliure
            Las primeras medidas de gobierno están destinadas a asegurara la forma monárquica de gobierno y el predominio conservador: se suprime la libertad de cátedra, se suspenden periódicos los líderes republicanos se ven forzados al exilio, los movimientos obreros e internacionalistas continúan en la clandestinidad. Comienza la Restauración y la consolidación del poder de los grandes propietarios agrarios de Castilla y Andalucía, la burguesía  industrial y mercantil catalana, la aristocracia madrileña, los banqueros,  grupos conservadores con intereses coloniales y oficiales del ejército. La burguesía conservadora prefiere el orden y la estabilidad que garantice la seguridad de sus negocios y su predominio político, social y económico. También se acabó con la guerra carlista  en 1876 y más tarde con la guerra cubana (1878)
            Las ideas y el programa de Cánovas  tienen el objetivo de  evitar en el futuro nuevos pronunciamientos e intentos revolucionarios. los cuatro pilares que servirán de base del nuevo régimen son la  monarquía, las  Cortes, el turno de partidos [1] (bipartidismo del modelo anglosajón) y la Constitución de 1876 En la práctica, el caciquismo y la manipulación electoral servirán a los intereses de la oligarquía.
El sistema canovista creó un sistema político parlamentario liberal  muy conservador y escasamente democrático basado en el turno del partido conservador dirigido por el propio Cánovas y del partido liberal de Sagasta. Este último, era la izquierda del sistema, un partido más democrático, laico y social como demostró cuando pudo gobernar ampliando libertades, permitiendo las asociaciones sindicales e incluso llegó a implantar  el sufragio universal en 1890.
Alfonso XII murió en 1885 y la reina María Cristina, embarazada entonces,  será la regente hasta el cambio de siglo.
Pero el sistema se fue deteriorando por el falseamiento y la corrupción electoral, el caciquismo de las zonas rurales y porque una gran parte de la población española no se sentía representada por los partidos del turno: este era el caso de los republicanos y reformistas, los movimientos obreros y los movimientos nacionalistas que surgieron entonces en Cataluña, País Vasco y Galicia frente al centralismo de los gobiernos.
Una nueva insurrección de Cuba desde 1895 pidiendo no ya autonomía sino la independencia,  el asesinato de Cánovas por una anarquista en 1897 y la intervención de Estados Unidos   entrando en guerra contra España llevaron al desastre del 98. España fue derrotada y perdió sus últimas colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas y otras islas del Pacífico que tuvieron que ser vendidas. El pesimismo y la frustración marcan el final del siglo. El nuevo siglo se abre con el regeneracionismo, una compleja amalgama de ideas muy variadas que pretenden “regenerar” España, acabar con el atraso y la ignorancia, eliminar el caciquismo y la corrupción, afrontar una verdadera democratización Uno de ellos, Joaquín Costa cree que la solución se resume en “Escuela y despensa”, aunque cree que tal vez haga falta un “cirujano de hierro”. El nuevo siglo trae también en 1902 la mayoría de edad de Alfonso XIII, que con solo dieciséis años ya era consciente de la importancia de su reinado para el futuro de España, de la sociedad española y de la monarquía.




Síntesis de España en el siglo XIX. El sexenio democrático (1868-1874)

Los progresistas, demócratas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende (1866) para democratizar la vida política y garantizar la recuperación económica. En septiembre de 1868 un pronunciamiento encabezado por Prim, Serrano y Topete con el apoyo del pueblo -que formó Juntas Provinciales en las principales ciudades- logró triunfar e Isabel II marchó al exilio.

Gobierno provisional del sexenio

El gobierno provisional de Prim y Serrano inició las reformas de democratización y de ampliación de derechos (imprenta, reunión, asociación, libertad religiosa) y la implantación del sufragio universal con el que se eligen unas Cortes constituyentes que aprueban la Constitución de 1869 que recoge estos principios para intentar crear una Monarquía democrática.


Había que buscar un rey y, no sin serias dificultades y desavenencias entre los diferentes partidos, se eligió a Amadeo de Saboya en 1870. Pero su gran valedor, el progresista general Prim fue asesinado poco antes de su llegada y los carlistas, los moderados,  los grupos conservadores de la nobleza, la alta burguesía y la Iglesia le hicieron la vida imposible. La división y fragmentación interna de los partidos, la insurrección cubana desde 1868 y una nueva guerra carlista, junto a las tendencias republicanas de muchos demócratas, acabaron por decidirle a abdicar en febrero de 1873.

Se proclamó entonces la Primera República que en menos de un año asistió a cuatro gobiernos, a la división de los republicanos en varios grupos (unitarios, federales e intransigentes, al recrudecimiento de las guerras carlista y cubana, y al surgimiento de insurrecciones en muchas ciudades (cantones) con reivindicaciones sociales e incluso independentistas que crearon un  grave problema de falta de orden público.

Durante la Primera República se intentaron  aplicar  medidas de contenido social   relacionadas con  el acceso a  la propiedad agraria de los campesinos, aumentos salariales, reducción de la  jornada laboral, medidas de  higiene en el trabajo, protección trabajo infantil o enseñanza obligatoria. Estas medidas y los planteamientos revolucionarios de campesinos, internacionalistas y federalistas – aparición del movimiento cantonalista-  motivaron la reacción de los propietarios y clases privilegiadas, e incluso de las clases medias.  El fracaso de la Republica se explica por la desunión de los propios republicanos, la falta de apoyo de un sector sustancial  del movimiento obrero que se aproxima al apoliticismo anarquista, y la oposición y boicot de los partidos más conservadores y los alfonsinos. 

Para restaurar el orden público, en enero de 1874 un golpe de estado disuelve las Cortes y el General Serrano intenta crear un régimen republicano conservador, presidencialista y autoritario. La falta de apoyos llevó a un nuevo pronunciamiento, en este caso del General Martínez Campos, que  proclama rey a Alfonso XII en diciembre de 1874: comienza la Restauración de la Monarquía,  de la Casa de Borbón y del liberalismo moderado de los grupos conservadores que quieren garantizar la estabilidad política y económica y el orden social

Con el General Serrrano comienza y acaba el sexenio


Enlace: el sexenio democrático

Sintesis de España en el siglo XIX. El reinado de Isabel II (1833-1868)

Durante este reinado asisitimos a la construcción de un estado liberal en España. Veamos las diferentes etapas

1.- Las Regencias (1833-1843)

La reina madre  María Cristina asumió la Regencia (1833-1840) apoyada por los liberales y los carlistas (absolutistas) se levantaron en armas  iniciándose una guerra civil extremadamente cruel que duró hasta 1839. Los carlistas tuvieron apoyos en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia y defendían el absolutismo, la religión católica y los fueros (su lema era Dios, Patria, rey y leyes viejas). Tras ser derrotados, el Convenio de Vergara (1839) puso fin a esta primera guerra carlista, pero el  carlismo permanecerá  durante el  siglo XIX  originando otras dos guerras.
La Regencia de María Cristina (1833-1840) supuso el triunfo del liberalismo y la implantación en España una monarquía liberal, constitucional y parlamentaria con derechos y libertades y sufragio restringido (Constitución de 1837). Las leyes aprobadas desmantelan el Antiguo Régimen y crean las bases de una sociedad capitalista: disolución del régimen señorial,  desamortización de las tierras del clero, desvinculación y supresión de mayorazgos, extinción de los gremios, libertad de comercio e industria y supresión de aduanas interiores Pero el enfrentamiento entre los moderados y los progresistas y los problemas que causaba la guerra carlista dificultan el buen gobierno y la estabilidad política.

Una conspiración y movimiento de oposición contra la Regente (por una polémica Ley de ayuntamientos) la obligaron a dimitir y el progresista General Espartero asumió la Regencia entre 1840 y 1843. Su autoritarismo y la adopción de medidas librecambistas  también la oposición de una buena parte del país e incluso de su propio partido que le obligó a dimitir.

2.- Mayoría de edad y  reinado de  Isabel II (1844-1868)

En 1844, las Cortes proclamaron la mayoría de edad de Isabel II. Durante su reinado efectivo distinguimos tres etapas:

La década moderada (1844-1854)
Los moderados detentan el gobierno en nombre de la burguesía conservadora. La figura más representativa de este momento es el general Narváez, proclamado jefe de dicho partido. Convocadas nuevas Cortes Constituyentes, elaboran la Constitución de 1845, que reforzaba la autoridad real  y establecía un sufragio muy restringido. Narváez reprimió con mano dura los intentos de encender en España la revolución europea de 1848. Para asegurar el orden creó la Guardia Civil. Entre sus aciertos cabe señalar la reforma de Hacienda y el Concordato con la Santa Sede (1851) que puso fin a un estado de tirantez con Roma, derivado de la desamortización. También se reorganiza y centraliza la administración local y provincial y se elabora  un Código Penal.        
Al final de la década, los ultramoderados (Bravo Murillo)  implantaron una auténtica dictadura. Ello iba a desencadenar un nuevo movimiento revolucionario.     

El bienio progresista (1854-1856)
            Frente a la dictadura, el general O´Donnell se sublevó con el apoyo de los progresistas y de parte de los moderados. Espartero fue llamado para asumir la presidencia de gobierno, constituyéndose este con moderados adictos a O´Donnell y progresistas. Las Cortes Constituyentes  discutieron y votaron una nueva Constitución, la de 1856, aunque no llegó a estar vigente.
Se aprobaron importantes leyes económicas: de sociedades de crédito y financieras, de ferrocarriles y la desamortización de Madoz que  afectó sobre todo a las tierras de los ayuntamientos.
           
Los gobiernos de la Unión Liberal y la crisis del sistema (1856-1868)
            Mientras tanto O´Donnell había constituido un nuevo partido: la Unión Liberal, a base de la izquierda moderada y la derecha progresista. Su programa estaba orientado a la reforma de la administración y al desarrollo económico. Durante los próximos años se alternaron los unionistas y los moderados. Se impulsó una política exterior de prestigio (guerra de Marruecos e intervenciones en Méjico, Indochina, Perú) pero con nulos resultados. Los gobiernos fueron cada vez más autoritarios y actuaban al margen de las Cortes. Además, la crisis económica, la corrupción y la represión hizo aumentar la oposición al régimen entre los progresistas, los demócratas (que pretendían el sufragio universal) y los republicanos (que además defendían la supresión de la monarquía)

            En resumen, durante el reinado de Isabel II se alternaron en  el poder  moderados –éstos gobernaron mucho más gracias al favor de la reina- y progresistas. Eran partidos sin apenas bases sociales y plagados de divisiones internas que originaron una gran inestabilidad gubernamental y la intervención política de los militares a través de pronunciamientos. El régimen liberal evoluciona hacia la menor dosis posible de liberalismo reflejando los intereses de la oligarquía, al tiempo que aparecen nuevas fuerzas políticas -demócratas y republicanos- y el aumento progresivo de las movilizaciones  populares de campesinos y obreros (ante la inexistencia de reformas sociales, la degradación de sus condiciones de vida y su exclusión de la vida política). La respuesta de los gobiernos fue la represión y el  recorte de libertades que junto a la crisis económica motivarán la revolución de 1868 y la caída de la monarquía.
La reina Isabel II en el exilio



Síntesis de España en el siglo XIX. La crisis del Antiguo Régimen. De la guerra de la independencia al reinado de Fernando VII (1808-1833)

La guerra de Independencia (1808-1814)


Tras la guerra contra la Francia revolucionaria, España inicia el siglo gobernada por el valido del rey Carlos IV y aliada o supeditada de nuevo al país vecino en su enfrentamiento con Inglaterra. Así España y Francia firman el Tratado de Fontainebleau (1807) que permite la entrada de tropas francesas con el fin de conquistar Portugal, aliada de los británicos, y reforzar así el bloqueo continental. Pero la crisis y el descontento explican el motín de Aranjuez que produce la caida de Godoy y la abdicación de Carlos IV en Fernando VII; poco después, en mayo del mismo año, al mismo tiempo se produce el levantamiento del pueblo contra los franceses (que estaban ocupando España) y las abdicaciones de Bayona en las que padre e hijo entregaron la Corona a Napoleón y éste a su hermano José Bonaparte: comenzaba la guerra de Independencia


La guerra de Independencia fue una guerra nacional pues supuso el levantamiento  (2 de mayo de 1808) y organización espontánea del pueblo a través de Juntas locales y provinciales y una Junta Suprema Central que coordinó la resistencia y la ayuda inglesa; una guerra del pueblo que se organizó en “guerrillas”; una guerra de liberación para expulsar a los invasores franceses; y una guerra civil pues enfrentó a los denominados “`patriotas” con los afrancesados.



Pese a la resistencia y los éxitos iniciales (victoria en la Batalla de Bailén) que obligó a Napoleón a desplazarse hasta España, los franceses lograron dominar prácticamente toda la península en 1810. Pero el hostigamiento de las guerrillas, del ejército hispano-británico de Wellington, desde Lisboa y Cádiz, y los problemas exteriores (desastre de la campaña de Rusia y derrotas en Europa) motivaron el abandono de los franceses de España y el regreso de Fernando VII como rey de España a principios de 1814 (Tratado de Valençay) pretendiendo establecer de nuevo la monarquía absoluta.
Las Cortes de Cádiz

Durante la guerra de Independencia se había producido el primer intento de revolución liberal en España: unas Cortes que representaban la soberanía nacional se habían reunido en Cádiz, para aprobar la primera Constitución española en 1812 y una serie de leyes destinadas a abolir el Antiguo Régimen (supresión de señoríos, de los gremios, de la Inquisición e igualdad de todos los españoles ante la ley). Pero ni los tiempos ni el pueblo parecían estar aún maduros para las libertades.


El reinado de Fernando VII (1814-1833)

La vuelta de Fernando VII supuso la del Antiguo Régimen: la Constitución y las leyes liberales de Cádiz fueron suprimidas, el Antiguo Régimen reinstaurado y los liberales y afrancesados perseguidos.  En esta primera etapa del reinado, muchos marcharon al exilio o conspiraron a través de pronunciamientos que fracasaban uno tras otro. Hasta que en 1820, el del comandante Riego en Sevilla (con las tropas que iban a sofocar el levantamiento de las colonias de América) logró triunfar y durante tres años la Constitución y leyes liberales volvieron a estar vigentes (Trienio Liberal). Los privilegiados y el rey pidieron ayuda a las potencias de la Santa Alianza y los “Cien Mil Hijos de San Luis” derrotaron a los liberales y devolvieron el poder absoluto a Fernando VII.
Entre 1823 y 1833 se producirá la quiebra del absolutismo acuciado por graves problemas: la crisis y ruina económica, la deuda del Estado, la pérdida de las colonias americanas , la división entre los absolutistas entre intransigentes y moderados y la oposición de los liberales. Fernando VII tuvo una hija en 1830 y abolió la Ley Sálica que prohibía reinar a las mujeres (la Pragmática Sanción) A la muerte del rey, se formaron dos bandos entre los partidarios de los derechos de la pequeña hija del rey y los de la reina madre regente (Isabel y María Cristina) y los del hermano menor del monarca fallecido, el infante Carlos María Isidro. Pero el conflicto no era sólo dinástico sino ideológico

Avatar, Tintín, Vargas Llosa, Conrad. Las miradas del cine, el cómic y la literatura al colonialismo


Avatar, la última supermegahiperproducción de James Cameron ha sido comúnmente interpretada en el doble esquema argumental y temático  del debate sobre el colonialismo y  el impacto medioambiental de las sociedades modernas industrializadas. Próximamente se convertirá en una trilogía.


Veamos alguna documentación para profundizar sobre esta cuestión

Avatar, argumento y datos técnicos en filmaffinity

El director James Cameron abre su caja de Pandora sobre el colonialismo

Avatar, dos nociones de colonialismo

Avatar y el neocolonialismo

Avatar en clave colonial

Avatarmovie

Ficha Avatar en Imdb

Críticas a Avatar


La última novela de Vargas Llosa, El sueño del celta, está también  ambientada en los horrores del colonialismo en el Congo.

Sinopsis del libro de Vargas Llosa


Otra escena significativa de la presencia colonial en el Congo


El cómic Tintín en el Congo (1931) del clásico Hergé ha sido también objeto de polémica como refleja este artículo de prensa

El cómic ha sido criticado por racista y por la excesiva matanza de especies actualmente en peligro de extinción


Las quejas y denuncias recientes, desde 2007, no han hecho sino aumentar y disparar las ventas del álbum

Pero la gran obra para reflexionar sobre el colonialismo es El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad (que inspiró a Coppola su relato ambientado en la guerra del Vietnam, Apocalipse now) y que se resume en las últimas  palabras de Kuttz:
  
"Gritó en un susurro a alguna imagen, a alguna visión, gritó dos veces, un grito que no era más que
un suspiro: '¡Ah, el horror! ¡El horror!'



Heart of Darkness (El corazón de las tinieblas) fue publicado originalmente en
entregas periódicas entre febrero y abril de 1899 en la revista inglesa Blackwood. En
1902, se publica en libro como parte del volumen Youth (Juventud), compuesto por los
relatos Youth: A Narrative, Heart of Darkness y The End of the Tether (éste último
traducido en castellano como Con la soga al cuello y En las últimas).
Respecto a la condición central del relato en el contexto de esta trilogía, Conrad
dejó escrito: "El cuento del medio ofrece una interesante visión de una fase de la vida,
lo cual convierte la historia en algo diferente de una anécdota protagonizada por un
individuo que se vuelve loco en el Africa central".

"El título que estoy pensando es Heart of Darkness; pero la narración no es
lóbrega. La criminalidad de la ineficiencia y el puro egoísmo frente a la obra
civilizatoria en África es una idea justificable", escribía el escritor respecto al relato.
Las motivaciones de Conrad para escribir un texto sobre las razones y efectos
del colonialismo europeo en Africa, las apunta el escritor en uno de sus últimos libros:

"Descendió sobre mi una gran melancolía cuando me dí cuenta de que las
realidades idealizadas de los ensueños de un muchacho habían sido desplazadas y
embrutecidas por las actividades de Stanley y del Estado Libre del Congo; por la nada
santa recolección de un periodistilla sensacionalista y por el desagradable
conocimiento del más vil de los saqueos en la historia de la exploración geográfica y
de la conciencia humana." (Last Essays, 1926)

La traducción del título a la mayor parte de lenguas europeas ha optado por el
vocablo tinieblas en vez del de oscuridad (darkness), su traducción natural.

"El arte de Heart of Darkness -como en toda gran obra psicológica, yace en la relación
de las cosas del espíritu con las cosas de la carne, de la vida invisible con la visible, de
la vida subconsciente que hay dentro de nosotros, nuestros oscuros motivos e
instintos, con nuestras acciones, sentimientos y apariencia conscientes. La quietud de
las sombrías junglas africanas, el resplandor del sol, sentir cómo se pone, como se
alza, sentir la noche en un río tropical, el aislamiento de los blancos, degenerados y
con los nervios de punta y observando todo el día el corázon de las tinieblas, lo que a
la vez ven sin sentido pero también como algo amenazador a sus ideas y concepciones
de la vida; el embrutecimiento sin remedio de unos infelices salvajes al alcance de
unos conquistadores rapaces y fofos. Todo esto es una página arrancada de la vida en
el continente negro, una página que ha sido hasta ahora cuidadosamente borrada y
mantenida oculta a los ojos europeos".

Edward Garnett, 1902

Argumento de El corazón de las tinieblas

La novela se centra en un marinero llamado Charlie Marlow , el cual narra una travesía que realizó años atrás por el río Congo, en busca del señor Kurtz, el jefe de una explotación de marfil en el Congo, y que a lo largo de la novela adquiere un carácter simbólico y ambiguo. Los dos primeros tercios de la novela narran el viaje de Marlow desde Londres  a África, y remontando el río Congo, hasta alcanzar la base de recolección de marfil en la que se encuentra Kurtz, con el fin de enviarlo de vuelta a Europa. En el camino, Marlow será testigo de la situación extrema en que viven los colonos europeos, su brutalidad hacia los nativos africanos, y deberá superar todo tipo de obstáculos (retrasos, enfermedades, ataques de indígenas...) hasta alcanzar su destino. Cuando finalmente se encuentra con Kurtz, cuya imagen ha ido agrandándose y mitificándose durante el proceso, descubre que se trata de un personaje misterioso, al que los nativos idolatran como si fuera un dios. Marlow y sus compañeros de viaje logran cargar a Kurtz, ya gravemente enfermo, en el pequeño barco de vapor que debe sacarlo de la selva, pero éste muere en el trayecto, pronunciando ante Marlow sus últimas y enigmáticas palabras: "¡El horror! ¡El horror!". El viaje de Marlow al corazón del continente africano se transforma así en un descenso a los infiernos, pero también en una crítica al imperialismo occidental y una investigación acerca de la locura.

Contexto histórico: Imperialismo y racismo en El corazón de las tinieblas

La época del imperialismo y el nacimiento del siglo XX


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La época del imperialismo en el proyecto Kairos


Entre 1845 y 1870 se extendió por el mundo el capitalismo y el mundo se fue integrando en un único mercado. Ulises G. Grant, presidente de los Estados Unidos anuncia en 1873 lo que hoy llamamos globalización:

“Como quiera que el comercio, la educación y la rápida transición del pensamiento y la materia lo ha cambiado todo mediante el telégrafo y el vapor, creo más bien que el Supremo Hacedor está preparando el mundo para que sea una nación, hable un idioma y sea una perfección completa que haga innecesarios los ejércitos y las armas”
Exposición Universal de París en 1900
                                              
La euforia económica de este capitalismo sin fronteras se expresaba en las Exposiciones Internacionales: el comercio mundial se multiplicó por cinco entre 1830 y 1870. Las nuevas necesidades del mercado eran apoyadas por nuevos inventos para producir más barato y  en mayor cantidad o  para trasladar a gran velocidad de manufacturas o materias primas de un lado a otro del planeta. En 1869 se  inauguraba el canal de Suez que hacia posible la travesía Marsella-Bombay en un mes (hasta entonces desde Londres a la India circunnavegando África requería al menos tres meses). Desde 1844 el telégrafo conectó el mundo por cables submarinos



El capital europeo invertía en todo el mundo y ponía en explotación minas, plantaciones, ferrocarriles, barcos y telégrafos; los descubrimientos de oro en California y Australia multiplicaron los medios de pago. El mundo entero enloqueció con la fiebre de los viajes.  Estos nuevos tiempos se reflejan en la novela de Julio Verne “La vuelta al mundo en ochenta días

Itinerario del viaje en la novela


Entre 1870 y 1914 el capitalismo se convirtió en su sistema mundial, los países industrializados se repartieron el mundo  y éste se convirtió en un gigantesco mercado integrado. 

 Las soluciones a la crisis de 1873 consistieron en poner en marcha nuevas tecnologías y nuevas maneras de organizar el trabajo para multiplicar la productividad. La concentración empresarial (trusts, carteles, holdings) llevó a la creación de grandes corporaciones. Los bancos extendieron su control sobre las industrias (capital financiero, fruto de la fusión del capital bancario e industrial), con prácticas monopolístas contrarias a las leyes del mercado (la Standard Oil controla el 90% del petróleo estadounidense, la Corporación Renana el 90% del carbón alemán). Las empresas siderúrgicas compraron minas de carbón y hierro, y además de producir acero, fabricaban  equipamiento ferroviario, barcos y armas.

Acción de Standard Oil emitida a George Thomas Dowling y firmada por John D. Rockefeller como presidente de la compañia
Envases de Coca-cola: 1899 /1900 /1915 / 1916 / 1957 /1986


 Con el  hierro y el acero, las industrias de guerra dispararon su producción (fusiles de repetición, ametralladoras, cañones, tanques…). Se consolidaron nuevas fuentes de energía  (electricidad, pozos petrolíferos) y sus respectivas tecnologías. Buques acorazados, plásticos de celulosa, bombillas de filamentos, el motor Diesel, los automóviles, los aviones con motor, el teléfono, el fonógrafo, la tecnología sin hilos, los rayos X, la radio, el cine, multitud de  productos químicos ( abonos, colorantes, explosivos…, producción industrial de hielo, latas de conserva, cosmética, medicamentos como la aspirina. Parecía abrirse una época de un progreso sin límites, asequible a todos los consumidores. Aparecía un mercado de consumo que se introducía en todos los hogares, desde los más acomodados a los más modestos. Desde 1900, con la electricidad, entran  en los hogares planchas y hornos eléctricos, lavadoras, aspiradoras, neveras… Los periódicos y máquinas de escribir se sumaban a las máquinas de coser (máquinas Singer desde 1875). Este consumo  masivo que crece reclama la publicidad como inversión necesaria de los empresarios para convertir a los ciudadanos en consumidores.  Las grandes potencias se lanzaron a una frenética carrera para ampliar sus mercados en todo el mundo



Ford de 1900

Al mismo tiempo, en el interior de estos países europeos, algunos de estos  ciudadanos/consumidores   perseguían ideas igualitarias y se expresaban a través de partidos demócratas y republicanos que reivindicaban el sufragio universal y mayores libertades; las mujeres sufragistas denunciaban las contradicciones de estos demócratas del sufragio universal masculino. El movimiento obrero se agrupaba en organizaciones  internacionales, discutía sobre el mejor camino para la revolución y creaba partidos y sindicatos de clase. Partidos de masas, sindicatos, democracias, sociedad de consumo, automóvil, teléfono, gramófono, bombilla, cine, moda, publicidad, periódicos y revistas,  vanguardias artísticas…son manifestaciones que  anunciaban muchas de las cosas que han llegado hasta el presente.
















El crecimiento de la población europea explica su preeminencia en el mundo (la población mundial pasó de 907 millones en 1800 a 1175 en 1850 y 1610 en 1900 – de los que 430 millones eran europeos). Las inversiones europeas eran el centro de la economía mundial, aunque Norteamérica y Japón se desarrollaban deprisa sin competir aún con Europa. África, India, China y América Latina  no estaban industrializadas. La superioridad tecnológica se interpretó como superioridad racial (el darwinismo social aplicado a las relaciones internacionales)  y la hegemonía europea y el sometimiento de estos lugares se convirtió no sólo en rentable empresa económica sino en importante  misión histórica. Este crecimiento demográfico fue compatible con la emigración masiva: más de 35 millones  de europeos emigraron especialmente a América: primero  anglosajones, escandinavos o germanos; desde los años ochenta italianos, españoles, portugueses y eslavos.
Reportaje sobre la migración española a América

Las ciudades, al calor de la expansión de  los ferrocarriles crecieron en un desmedido proceso de urbanización: de 17 ciudades de más de cien mil habitantes en 1800 a 103 en 1900 y, de ellas, cuatro con más de un millón. En las ciudades,  los nuevos hábitos  originaban la opinión pública.


Trailer de la película  Gags of New York que representa la emigración a América en el siglo XIX

Si miramos un mapamundi de 1869  la  “terra ignorata” ocupaba la mayor parte de África, Arabia, la Alta Asia y el Amazonas. A finales del siglo  casi  todas las tierras del mundo estaban  exploradas y los europeos fueron los ocupantes de estas tierras vírgenes en Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Brasil y Canadá. Los europeos se repartieron África. En 1909 el norteamericano Peary llega al Polo Norte; en 1911 el noruego Amundsen  llega al Polo Sur. Es la época del imperialismo. Pero en esta época, de relativa paz (la Paz Armada decían), se estaban gestando las guerras mundiales y las revoluciones que transformarán radicalmente el mundo del siglo XX.

Mapa de los Imperios coloniales en 1914



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