Los progresistas, demócratas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende (1866) para democratizar la vida política y garantizar la recuperación económica. En septiembre de 1868 un pronunciamiento encabezado por Prim, Serrano y Topete con el apoyo del pueblo -que formó Juntas Provinciales en las principales ciudades- logró triunfar e Isabel II marchó al exilio.
El gobierno provisional de Prim y Serrano inició las reformas de democratización y de ampliación de derechos (imprenta, reunión, asociación, libertad religiosa) y la implantación del sufragio universal con el que se eligen unas Cortes constituyentes que aprueban la Constitución de 1869 que recoge estos principios para intentar crear una Monarquía democrática.
Había que buscar un rey y, no sin serias dificultades y desavenencias entre los diferentes partidos, se eligió a Amadeo de Saboya en 1870. Pero su gran valedor, el progresista general Prim fue asesinado poco antes de su llegada y los carlistas, los moderados, los grupos conservadores de la nobleza, la alta burguesía y la Iglesia le hicieron la vida imposible. La división y fragmentación interna de los partidos, la insurrección cubana desde 1868 y una nueva guerra carlista, junto a las tendencias republicanas de muchos demócratas, acabaron por decidirle a abdicar en febrero de 1873.
Se proclamó entonces la Primera República que en menos de un año asistió a cuatro gobiernos, a la división de los republicanos en varios grupos (unitarios, federales e intransigentes, al recrudecimiento de las guerras carlista y cubana, y al surgimiento de insurrecciones en muchas ciudades (cantones) con reivindicaciones sociales e incluso independentistas que crearon un grave problema de falta de orden público.
Durante la Primera República se intentaron aplicar medidas de contenido social relacionadas con el acceso a la propiedad agraria de los campesinos, aumentos salariales, reducción de la jornada laboral, medidas de higiene en el trabajo, protección trabajo infantil o enseñanza obligatoria. Estas medidas y los planteamientos revolucionarios de campesinos, internacionalistas y federalistas – aparición del movimiento cantonalista- motivaron la reacción de los propietarios y clases privilegiadas, e incluso de las clases medias. El fracaso de la Republica se explica por la desunión de los propios republicanos, la falta de apoyo de un sector sustancial del movimiento obrero que se aproxima al apoliticismo anarquista, y la oposición y boicot de los partidos más conservadores y los alfonsinos.
Para restaurar el orden público, en enero de 1874 un golpe de estado disuelve las Cortes y el General Serrano intenta crear un régimen republicano conservador, presidencialista y autoritario. La falta de apoyos llevó a un nuevo pronunciamiento, en este caso del General Martínez Campos, que proclama rey a Alfonso XII en diciembre de 1874: comienza la Restauración de la Monarquía, de la Casa de Borbón y del liberalismo moderado de los grupos conservadores que quieren garantizar la estabilidad política y económica y el orden social
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Con el General Serrrano comienza y acaba el sexenio |
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