El gran protagonista y promotor de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo que desde años atrás se dedicó a la creación de un estado de opinión favorable a la restauración borbónica de una Monarquía constitucional basada en el orden, patriotismo, estado confesional y liberalismo moderado frente al “desorden republicano”.
Antonio Cánovas del Castillo |
Tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (29-12-74), con el apoyo de los altos jefes militares a favor de Alfonso XII como rey de España, se constituyó un gobierno-regencia presidido por el propio Cánovas hasta que el 9 de enero de 1875, Alfonso XII desembarcó en Barcelona.
Monumento a Martinez Campos de Mariano Benlliure |
Las primeras medidas de gobierno están destinadas a asegurara la forma monárquica de gobierno y el predominio conservador: se suprime la libertad de cátedra, se suspenden periódicos los líderes republicanos se ven forzados al exilio, los movimientos obreros e internacionalistas continúan en la clandestinidad. Comienza la Restauración y la consolidación del poder de los grandes propietarios agrarios de Castilla y Andalucía, la burguesía industrial y mercantil catalana, la aristocracia madrileña, los banqueros, grupos conservadores con intereses coloniales y oficiales del ejército. La burguesía conservadora prefiere el orden y la estabilidad que garantice la seguridad de sus negocios y su predominio político, social y económico. También se acabó con la guerra carlista en 1876 y más tarde con la guerra cubana (1878)
Las ideas y el programa de Cánovas tienen el objetivo de evitar en el futuro nuevos pronunciamientos e intentos revolucionarios. los cuatro pilares que servirán de base del nuevo régimen son la monarquía, las Cortes, el turno de partidos [1] (bipartidismo del modelo anglosajón) y la Constitución de 1876 En la práctica, el caciquismo y la manipulación electoral servirán a los intereses de la oligarquía.
El sistema canovista creó un sistema político parlamentario liberal muy conservador y escasamente democrático basado en el turno del partido conservador dirigido por el propio Cánovas y del partido liberal de Sagasta. Este último, era la izquierda del sistema, un partido más democrático, laico y social como demostró cuando pudo gobernar ampliando libertades, permitiendo las asociaciones sindicales e incluso llegó a implantar el sufragio universal en 1890.
Alfonso XII murió en 1885 y la reina María Cristina, embarazada entonces, será la regente hasta el cambio de siglo.
Pero el sistema se fue deteriorando por el falseamiento y la corrupción electoral, el caciquismo de las zonas rurales y porque una gran parte de la población española no se sentía representada por los partidos del turno: este era el caso de los republicanos y reformistas, los movimientos obreros y los movimientos nacionalistas que surgieron entonces en Cataluña, País Vasco y Galicia frente al centralismo de los gobiernos.
Una nueva insurrección de Cuba desde 1895 pidiendo no ya autonomía sino la independencia, el asesinato de Cánovas por una anarquista en 1897 y la intervención de Estados Unidos entrando en guerra contra España llevaron al desastre del 98. España fue derrotada y perdió sus últimas colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas y otras islas del Pacífico que tuvieron que ser vendidas. El pesimismo y la frustración marcan el final del siglo. El nuevo siglo se abre con el regeneracionismo, una compleja amalgama de ideas muy variadas que pretenden “regenerar” España, acabar con el atraso y la ignorancia, eliminar el caciquismo y la corrupción, afrontar una verdadera democratización Uno de ellos, Joaquín Costa cree que la solución se resume en “Escuela y despensa”, aunque cree que tal vez haga falta un “cirujano de hierro”. El nuevo siglo trae también en 1902 la mayoría de edad de Alfonso XIII, que con solo dieciséis años ya era consciente de la importancia de su reinado para el futuro de España, de la sociedad española y de la monarquía.