El pasado del tiempo

El pasado del tiempo es un blog creado para servir de apoyo a las clases de Historia con el objetivo de facilitar a los estudiantes referencias sobre recursos digitales disponibles en Internet y relacionar los contenidos de estas materias con la situación actual mediante referencias a noticias, novedades y todo tipo de documentos que propicien la comprensión del pasado y del presente, la reflexión sobre otros tiempos y lugares.

domingo, 23 de diciembre de 2012

1914 en la Filmoteca de RTVE

1914 es un un proyecto conjunto de las Filmotecas europeas que reune una serie de documentales sobre la Gran Guerra en Europa, además de materiales originales de la época realizados para mostrar en imágenes a los españoles lo que estaba ocurriendo en Europa.


 
Fotograma del documental  Guillermo II con las tropas del Oeste
Niños buscando alimentos en la basura en Viena 1919, fotograma extraido de En la metrópolis moribunda

Fotograma  de Héroes del Somme

 
 

viernes, 7 de diciembre de 2012

El impacto de lo nuevo

La serie El impacto de lo nuevo , escrita y presentada por Robert Hughes para la BBC2, se emitió entre 1979-1980.

Los ocho capítulos —ensayos visuales, según Hughes— que conforman la serie son los siguientes:
      1. El paraíso mecánico.
      2. Los poderes fácticos.
      3. El paisaje del placer.
      4. Problemas en la utopía.
      5. El umbral de la libertad.
      6. La vista desde el límite.
      7. La cultura como naturaleza.
      8. El futuro que fue.

"La historia del arte desde 1880 hasta finales del siglo XX eludiendo la tópica sucesión cronológica de movimientos y tendencias -impresionismo, postimpresionismo, fauves, cubismo, etc-, para hacerlo desde la perspectiva de ese impacto de lo nuevo, de lo moderno, desde sus albores optimistas y confiados en el siglo pasado hasta la desesperanza del último tramo de éste. Hughes ha pretendido responder a ciertas preguntas fundamentales que son, a la vez, un guión de los emblemas de la modernidad: el maquinismo, el paisaje domesticado, la libertad individualizada e interiorizada, el horizonte visual ocupado por la reproducción mecánica, etc. Singular relevancia tiene, a mi entender, la posición política del autor y el análisis que, desde ese punto de vista, efectúa de las relaciones entre arte, poder político y compromiso o propaganda".

Mariano Navarro, El Mundo, 1-11-2000, crítica del libro del autor en el que se basa la serie



Arte en el siglo XX

Un repaso a la Historia del arte del siglo XX









Arte en el siglo XIX

Un repaso a la historia de arte durante el siglo XIX

















lunes, 3 de diciembre de 2012

Del XIX al XX. La Paz Armada


A finales del siglo XIX, ell capital europeo invertía en todo el mundo y ponía en explotación minas, plantaciones, ferrocarriles, barcos y telégrafos; los descubrimientos de oro en California y Australia multiplicaron los medios de pago. El mundo entero  estaba determinado`por el capitalismo financiero y los conflictos derivados del imperialismo y el nacionalismo. Entre 1870 y 1914 el capitalismo se convirtió en su sistema mundial y los países industrializados se repartieron el mundo.

La vida política y los movimientos sociales

En Europa occidental se consolida el modelo estado-nación  entendido como un organismo político jurídico con poder sobre un grupo social homogéneo. En las relaciones entre el poder y los ciudadanos asistimos a un proceso de democratización dentro del estado liberal. Pero, sobre todo en Europa  Oriental, sobreviven  formas imperiales autoritarias y caducas (el Imperio austro-húngaro, el ruso, el turco).
El Estado que nació de las revoluciones liberales excluyó a la inmensa mayoría de la población y fue controlado por una oligarquía burguesa y aristocrática que se conformó con el proyecto de un marco constitucional que posibilitase la participación de las clases burguesas y los derechos de los ciudadanos, bien mediante el sufragio censitario o universal, pero siempre masculino y limitado. Ya sabemos que en este contexto de desigualdades socioeconómicas y explotación creció el movimiento obrero revolucionario (en sus diferentes formas marxistas y anarquistas) anticapitalista y antiliberal.
Los liberales partidarios de la igualdad formal  y del orden social burgués y jerárquico formarán partidos conservadores. Burgueses y antiguas oligarquías para seguir manteniendo el poder  recurrieron a cámaras altas, disminución del poder de las asambleas legislativas elegidas y clientelismo, caciquismo y manipulación en los distritos electorales rurales.             
            A su izquierda, partidos demócratas o radicales pretenden una mayor democratización del estado, con reformas sociales y la articulación de una sociedad civil, un estado laico, y un cierto intervencionismo estatal sin menoscabar la defensa de la propiedad privada. Desde 1860 a 1900 se adoptarán progresivas reformas para ampliar el sufragio: en 1870 existía un sufragio universal masculino, al menos en teoría, en Francia, Alemania, Suiza y Dinamarca. En España en 1890, en Austria en 1907, en  Italia en 1913. Fuera de Europa, se aprobará en  Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. El voto femenino que exigen las sufragistas tuvo lugar antes en Nueva Zelanda, Wyoming y sur de Australia. En Europa a principios de siglo en  Finlandia, Noruega y  Gran Bretaña entre 1905 y 1917. En España en 1931,  en Francia en 1946.
Cada vez más, los partidos de notables –élites- dan paso a partidos de masas basados en el apoyo popular una  organización  estable y el aumento de afiliados. Se persigue identificar a las masas con el estado y los gobernantes recurren si es necesario a la adhesión emocional, a ritos y símbolos para ganar la batalla de la opinión pública mediante el patriotismo nacionalista. Se trata de integrar a las masas, pensando, a veces, en evitar la rebelión social que propugnan los grupos marxistas y anarquistas. Como ya sabemos, en la II Internacional (desde 1889) encontramos tendencias enfrentadas dentro del marxismo: los  socialistas revolucionarios (que consideran la imposibilidad de liberar al proletariado a través de reformas y compromisos con la burguesía)  y los socialistas reformistas (revisionistas como Berstein y Jaurés, que creen en la posibilidad de lograr el socialismo por la vía gradual reformista y pacífica participando en los sistemas parlamentarios). Una parte del socialismo  marxista se estaba integrando en el sistema político y económico capitalista y conseguía más cosas que con  la vía revolucionaria, al menos hasta 1917 cuando triunfa la revolución soviética. Los anarquistas optaron por el sindicalismo revolucionario apolítico
Desde comienzos del siglo XX  en muchos países, el miedo a la revolución y la necesidad de afrontar la cuestión social favoreció la generalizaron las reformas sociales (jubilaciones, pensiones, descanso semanal, seguros de enfermedad y desempleo, reformas fiscales…) con políticas que potenciaban el estado intervencionista. La presión de los partidos y organizaciones de  izquierda lograba la conquista de derechos laborales y sociales aunque las resistencias de las antiguas oligarquías llevarán a los enfrentamientos del período de entreguerras.

Los nacionalismos del XIX al XX


Los nacionalismos persisten con fuerza a finales del XIX y comienzos del siglo XX. Algunos hablan de estos nacionalismos como si fueran dioses de la modernidad o religiones laicas. Existen nacionalismos contra un Estado  considerado opresor: galeses e irlandeses en Gran Bretaña, vascos y catalanes en España o los pueblos  de Europa central u oriental (polacos) y las múltiples nacionalidades sometidas o enfrentadas en los Balcanes, en la denominada “Cuestión de Oriente”. También existe un nacionalismo de los Estados ya consolidados o tradicionales (Gran Bretaña, Francia, España…), impulsado  desde los cuarteles por los militares o desde las aulas por las instituciones; y un nacionalismo de los estados más recientes, muchas veces expansionista como en el caso del Imperio alemán, Italia, Bélgica, Grecia, Serbia y Rumania. Importante fue el caso del sionismo que reivindicaba una patria judía en Palestina frente al antisemitismo creciente en toda Europa que se refleja en el caso Dreyfuss, el capitán de artillería acusado de espionaje y condenado con pruebas falsas en Francia en 1894. Veremos que todo esto tendrá importantes repercusiones posteriores.  
Los nacionalismos (basados en criterios étnico-lingüísticos) se multiplicaron a finales del siglo XIX y se adivina un nuevo conflicto entre los derechos de los individuos y derechos de los pueblos que habría de viajar hasta el presente. La exaltación nacionalista llevó al imperialismo racista, a la expansión militar y a  rivalidades territoriales y económicas. Este patriotismo nacionalista exacerbado será un de las causas de la Gran Guerra

Las relaciones internacionales: de la Europa de Bismarck a la Paz Armada

A partir de 1871, tras la derrota francesa en la guerra con Prusia y la proclamación del Imperio alemán,  Bismarck se convierte en el árbitro de Europa y las relaciones internacionales siguen sus directrices. Hasta 1890 se resolvieron los conflictos mediante habilísimas maniobras diplomáticas concebidas en Berlín. En cambio, en los primeros años del s. XX, las tensiones estallan y se suceden los hitos que conducen a la guerra de 1914.
Se mantiene el predominio de las grandes potencias: Gran Bretaña, potencia hegemónica en el mar, retiene el control de las vías oceánicas; Rusia procura ampliar su salida hacia el mar Negro y los estrechos (objetivo que explica su comparecencia en la cuestión balcánica); Austria-Hungría (convertida en imperio dual desde 1867) que, debido a la unidad alemana, entiende que su única dirección de engrandecimiento es hacia el sur, o sea, hacia la península balcánica; Francia, humillada en la guerra contra Prusia, se afana en no perder su estatuto de gran potencia y se orientará hacia la expansión colonial; y Alemania, que goza del prestigio de su victoria ante los franceses (1871) y aparece como gran potencia económica y territorial, que controla los ejes del continente.
Después de las unificaciones de Alemania e Italia, el mapa político de Europa se ha simplificado. Predomina el deseo de equilibrio y de mantenimiento de la situación territorial del continente europeo que se refleja en los sistemas de alianzas bismarckianos. Para mantener el estatuto territorial, o para conquistar posiciones coloniales fuera de Europa, las grandes potencias se afanan en incrementar su fuerza militar: la carrera de armamentos se acelera y adquiere importancia el espionaje militar (desde 1890 hasta 1914  se habla de la “Paz Armada”).
Sin embargo, existe un foco de perturbación en los Balcanes, donde las apetencias expansivas de Rusia y de Austria-Hungría se contraponen a los movimientos nacionalistas de los pueblos eslavos. La contraposición entre los imperialismos y las tendencias nacionalistas de los “pequeños países”, como checos o croatas, ocuparía un lugar significativo en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias inmediatas.
Una vez conseguida la unidad de Alemania (II Reich) ésta se convierte en mantenedora del orden político y territorial del continente, y sus esfuerzos se orientan a evitar cualquier cambio en Europa que pudiera afectar a la posición ventajosa del joven imperio. El primer objetivo de Bismarck será el aislamiento de Francia, impedir su alianza con otras potencias y vigilar su recuperación militar para obstaculizar cualquier actitud revanchista. Con esta idea empezó su primera combinación de alianzas llamada la “Liga de los Tres Emperadores” (1873-1887), establecida entre Alemania, Austria y Rusia (aunque  la alianza entre Austria y Alemania no era fácil puesto que la unificación alemana se había conseguido a expensas de una guerra con Austria). Sin embargo, los austríacos, comprendiendo que debía aceptar la existencia de Alemania, aceptan la alianza en parte para mantener la armonía con Rusia y, sobre todo, por el convencimiento de que la República de Francia era un peligro europeo. La “Liga de los Tres Emperadores” establecía que cada uno acudiría con 200.000 soldados a ayudar a cualquiera de los otros dos en caso de ser atacados.
Pero las ambiciones de Austria y Rusia en los Balcanes eran irreconciliables. Rusia buscaba tener una  salida al Mediterráneo, y Austria construir una línea férrea hasta Bagdad que permitiría su expansión hacia el Oriente. Bismarck temía más a Rusia y favoreció en cada conflicto de los Balcanes los intereses de Austria, hasta el punto de que, en 1885, Rusia se retiró de la combinación de alianzas, disolviéndose entonces la Liga de los Tres Emperadores. Pero todavía Bismarck logró mantener una sombra de cooperación entre Alemania y Rusia hasta 1890. Ya no se trataba ahora de ayuda militar, sino de permanecer neutral (neutralidad rusa en caso de que Francia ataque a Alemania, neutralidad alemana si Austria ataca a Rusia) y apoyo alemán a Rusia en Bulgaria. Pero Rusia acabó aproximándose a Francia.
Otra cadena de alianzas que preparó Bismarck fue con Italia, Serbia y Rumania. Estos pactos cerraban toda la Europa central, aislando a Francia por el oeste y limitando la política de Rusia por el este. Así pues, se constituyó un primer bloque militar que velaban por el mantenimiento de la “Paz Armada”.
El aislamiento estratégico de Francia y Rusia colocaba a ambos países en situación favorable para la concertación de una alianza frente a Alemania. Aunque la diferencia de régimen político era un obstáculo para un acercamiento, el flujo financiero entre ambos constituía un argumento a favor. El capital francés era atraído por las inversiones en Rusia, consideradas más seguras y más remuneradoras que las realizadas en Francia. Entre 1891 y 1893 en consolidó una verdadera alianza entre Rusia y Francia, prometiéndose mutua ayuda en caso de agresión alemana o de apoyo alemán a un agresor contra uno u otro de los firmantes Así quedó cimentada la alianza franco-rusa.
Mientras tanto, Inglaterra permanecía a la expectativa, manteniéndose en lo que llamaba su “espléndido aislamiento. El gobierno británico se atenía a su norma habitual de no comprometerse al criterio de que sus intereses a nivel mundial no debían ser sacrificados a favor de los asuntos continentales. Sin embargo, la nueva política colonial iniciada por Alemania  a partir de 1890, tras la caída de Bismarck, la “Weltpolitik”, con fuerte expansión de sus intereses económicos mundiales, creó un fuerte antagonismo con Gran Bretaña. Francia se acercó a Gran Bretaña: la “Entente cordial”, redactada en 1904, no hacía más que liquidar antiguas disputas coloniales y reconoce a los ingleses libertad total de acción en Egipto  y a los franceses en Marruecos. Inglaterra solucionó sus problemas coloniales con Rusia en Asia: (Tibet, Afganistán y Persia) y ésta se incorporó a a la alianza formándose  la Triple Entente (1907) como bloque antagónico de la Triple Alianza. Ambos se enfrentarían en la Primera guerra mundial, disminuida la Triple Alianza desde 1902, al firmar Italia un acuerdo con Francia  que reconocía implícitamente a su carácter de gran potencia mediterránea. Este acuerdo tuvo su prolongación en Europa: el capital francés participó en la estabilización y la conversión de la deuda pública italiana y se firmó una convención secreta que garantizaba la neutralidad italiana en un conflicto en el que Francia fuera atacada por uno o varios estados, e incluso si Francia atacaba a Alemania en respuesta a una provocación. Este éxito diplomático francés debilitó la cohesión del sistema estratégico alemán.
Las rivalidades territoriales, económicas, coloniales, político-estratégicas  y las crisis balcánicas acabarán con el optimismo de la Belle Époque y conducirán al desastre de la gran Guerra


domingo, 2 de diciembre de 2012

Balance del siglo XIX



"En el siglo XIX se descubre que la libertad sin igualdad es un engaño"

Entrevista al historiador Jordi Nadal


 

Catedrático emérito de Historia Económica de la Universidad de Barcelona y discípulo de Jaume Vicens Vives, Jordi Nadal (Cassà de la Selva, Girona, 1929) es autor de la obra de referencia El fracaso de la revolución industrial en España (1814-1913) y ha dirigido un imprescindible Atlas de la industrialización de España, 1750-2000 (Crítica / Fundación BBV).

 

Pregunta. Revolución liberal, industrialización, capitalismo, socialismo, positivismo, imperialismo... ¿Cómo empezamos a orientarnos entre tantos cambios decisivos que aportó el siglo XIX?

Respuesta. Lo mejor sería hacer un recordatorio de lo que desaparece con la imposición de estos nuevos conceptos, que son, algunas veces, contradictorios. La revolución liberal elimina una parte considerable de los obstáculos que hasta la Revolución Francesa habían frenado la marcha de la humanidad hacia el progreso, dicho sea de una manera un poco grosera. Lo interesante es que esta revolución la hacen los burgueses. Es decir, pasamos de una sociedad dominada por un estamento privilegiado, la aristocracia, a una sociedad dominada por la burguesía, hecha a sí misma. La burguesía es la gran protagonista del siglo XIX, una burguesía generalmente dinámica, que impulsa el capitalismo y, por este conducto, la industrialización. El socialismo aparece en contraposición a un capitalismo que se ha hecho tan liberal, tan desenfrenado, que ha vuelto a instaurar una sociedad poco igualitaria. De todos modos, el privilegio del dinero no es tan separador ni tan inalcanzable como el de la sangre.

 

P. Es el siglo en que aparece la conciencia de clase.

R. La clase obrera tiene unas condiciones de vida muy precarias que escritores como Dickens retratan muy bien. Los obradores domésticos y los talleres-vivienda han dejado lugar a la fábrica mecanizada, que acaba siendo sinónimo de desposesión y concentración. Una casta de intermediarios se interpone entre el patrón y sus obreros. El distanciamiento se agranda aún más por la separación de los hogares respectivos. La separación física acentúa la pérdida de control sobre los medios de producción por parte de los antiguos artesanos. Las tensiones se agudizan. En compensación, la disponibilidad de un hogar propio, separado, representa un gran paso hacia la toma de conciencia, la independencia personal y el estatus menos servil de la clase obrera. Así nace un movimiento obrero que lucha contra las pésimas condiciones de vida y se reivindica frente a los abusos de la clase burguesa.

 

P. Es el siglo de la velocidad.

R. El ferrocarril, el barco de vapor y el telégrafo son fundamentales. En el XIX cambia todo. El siglo descubre la importancia de la puntualidad y los horarios, tanto en las fábricas como en los trenes. Se puede decir que los trenes obligan a llevar reloj, a poner relojes en las estaciones. En el XIX el control del tiempo se convierte en el regulador de la vida humana.

 

P. Es la era de la confianza en la ciencia y su explotación industrial.

R. Los avances de la ciencia y su aplicación práctica han sido y siguen siendo formidables. En el XIX sólo algún visionario, como Jules Verne, ha sabido anticipar algo de lo que la ciencia nos depararía. En términos materiales, el mundo civilizado ha corrido mucho más de lo previsto. En esta carrera, los valores humanos se han quedado muy atrás.

 

P. ¿Es el siglo de la libertad?

R. La Revolución Francesa pregona el triple ideal de igualdad, libertad y fraternidad, pero ya en el siglo XIX se descubre que la libertad sin la igualdad es una quimera, un engaño. Lo sucedido con el derecho de voto es paradigmático. La obtención del sufragio universal, que sustituye al voto censitario, ha costado sangre, sudor y lágrimas. Y una vez obtenido se ha visto que tampoco garantiza la verdadera igualdad: las clases bajas siempre votarán más condicionadas que las altas.

 

P. El siglo XIX ha sido también el siglo del imperialismo o del nuevo colonialismo. ¿Con qué consecuencias?

R. Después de abolir la esclavitud, un paso indudablemente positivo, las potencias industriales se han lanzado, en las últimas décadas del siglo XIX, a la conquista de territorios en busca de materias primas y de mercados para sus excedentes. Los resultados han sido, como de costumbre, óptimos para los colonizadores y catastróficos para los colonizados. Del mismo modo que América Latina sigue pagando el precio de la acción depredadora y desestructuradora de la conquista hispano-portuguesa, las antiguas colonias africanas necesitarán mucho tiempo para superar los desastres causados por el colonialismo europeo, más reciente y menos duradero.

 

Socialismo en Alemania y laborismo en el Reino Unido

 

Durante la revolución industrial, los trabajadores se organizaron en sindicatos y partidos. Las disensiones en el seno de la Primera Internacional desembocaron en su disolución formal en 1876. Desde entonces, la revolución socialista sólo era posible a partir de los partidos socialistas nacionales. El primero en constituirse había sido el alemán, fundado por Lasalle el 28 de septiembre de 1863, que se vio obligado a integrarse en un Estado fuertemente estructurado y, aunque sin renunciar a la ortodoxia marxista, tuvo que aceptar el sufragio universal y las libertades constitucionales. Existía otro grupo en Eisenach, que dirigían Liebknecht y Bebel.

En 1871, ambos grupos consiguieron tres y seis escaños, respectivamente, y se unificaron. El nuevo Partido Obrero Socialista de Alemania consiguió 493.000 votos y 12 diputados en 1877.

En el Reino Unido, el movimiento obrero se desarrolló a través de un sindicalismo apolítico, al margen del socialismo. Las Trade Unions, formadas mayoritariamente por trabajadores especializados, aceptaron la libre empresa, buscando la negociación antes que el conflicto. En las últimas décadas del siglo XIX los obreros estuvieron próximos a los liberales, partido en el que tenían algunos diputados. La crisis industrial de 1887 produjo un renacimiento del socialismo británico. Los trabajadores no especializados se sumaron a los sindicatos. Un momento clave fue la huelga portuaria de Londres en 1889, dirigida por los socialistas y que acabó en un gran triunfo. Se fundaron diversos grupos de carácter socialista hasta que en 1900 se constituyó el embrión de lo que en 1903 sería el Partido Laborista, que desplazaría a los liberales

 

De 1815 a 1914

ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE MAPAS HISTÓRICOS
Europa de 1815 a 1914.
Un balance de los cambios a lo largo del siglo XIX

1) Clasificación y contexto de los mapas

 Se trata de dos mapas políticos, pues representan, esencialmente, los estados europeos y sus fronteras en dos fechas concretas: 1815 y 1914

 La leyenda del mapa de 1815 nos ofrece la siguiente información específica:
  •  Los países que forman la Santa Alianza
  •  Las adquisiciones de los países vencedores y los límites de la Confederación Germánica que se establecen en el Congreso de Viena

El contexto histórico nos remite a la caída del Imperio Napoleónico y a la Europa de la Restauración y de la Santa Alianza (1814-1848): se trata del nuevo mapa europeo que surge tras los acuerdos del Congreso de Viena (1815). Habría que explicar las potencias, los principios ideológicos y las modificaciones en el mapa europeo que impone el Congreso de Viena y que caracterizan la época de la Restauración.
La leyenda del mapa de 1914 nos indica los diferentes regímenes políticos y lugares con conflictos nacionalistas existentes en Europa en vísperas de la primera guerra mundial.
El contexto histórico corresponde pues al final de la “Paz Armada” (1890-1914) y al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Habría que explicar cuáles eran las principales potencias europeas, las relaciones internacionales durante este período, las alianzas que se forman, los lugares y motivos de conflictos o tensiones internacionales y, por lo tanto, las causas de la I Guerra Mundial

2) Ideas para el análisis y comentario

 Cada mapa podría analizarse de manera independiente según las orientaciones del apartado anterior. Pero en este caso queremos comparar los dos mapas para averiguar y explicar las transformaciones y procesos históricos que tienen lugar a lo largo del siglo XIX.
 Sin duda las primeras modificaciones en el mapa se deben a los movimientos revolucionarias liberales y nacionalistas contra el sistema de la Restauración que se desarrollan en tres oleadas, las de 1820, 1830 y 1848. No solo se modifica el mapa sino también los regímenes políticos de la mayoría de los países, hechos de los que no nos ofrecen información las fuentes pero que deberemos conocer. En la mayoría de los países de Europa se consolidan regímenes parlamentarios o constitucionales de diferentes tipos que determinan el final de la época de la Restauración a partir de 1848. Se trata de sistemas políticos que controlan la alta y media burguesía y la aristocracia terrateniente Aunque perviven regímenes autocráticos como en Rusia y el Imperio turco. Respecto a los conflictos nacionalistas, se localizan sobre todo en el Imperio Austro-húngaro y los Balcanes, en Polonia, Finlandia, Irlanda y Alsacia y Lorena. Estos aspectos los veremos al comenzar el tema 6 al estudiar la evolución de las grandes potencias europeas y es un factor importante a tener en cuenta para entender las relaciones internacionales en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
 
 Ambos mapas nos podría llevar a reflexionar sobre los cambios y permanencias que tienen lugar a lo largo del siglo XIX. Desde la Europa de la Restauración, a las revoluciones liberales y nacionalistas, la expansión colonial imperialista y la segunda revolución industrial, la Europa de los sistemas bismarckianos (1871-1890), la aparición de potencias extraeuropeas (Estados Unidos y Japón) y la Europa de la Paz Armada (1890-1914) en la que se forman dos alianzas militares la Tripe Alianza (1882) y la Triple Entente (1907) con relaciones cada vez más tensas entre los estados que llevarán a la Primera Guerra Mundial. La mecha se enciende en los Balcanes con el asesinato en Sarajevo (Bosnia) del heredero del trono austriaco, el archiduque Francisco Fernando.
 De la observación y comparación de los dos mapas podemos sacar las siguientes conclusiones:

2) La independencia de Grecia del Imperio Turco (1829)
3) La independencia de Bélgica de los Países Bajos (1830)
4) Las unificaciones de Italia y Alemania que originan dos nuevos estados (1870).
5) La separación de Noruega (1905) de Suecia
6) El Reino Unido conserva el control de Irlanda
7) El Imperio Ruso de los zares conserva las repúblicas bálticas y Finlandia, pero no ha conseguido una salida directa al Mediterráneo, como pretendió en la Guerra de Crimea (1854-1856)
9) El Imperio turco pierde territorios en Europa Oriental y en los Balcanes que se independizan y formas nuevos estados: Serbia (1878), Bulgaria (1878), Rumania (1877), Albania (1912), Montenegro (1913) Entre ellos y con los imperios turco, ruso y austriaco surgirán problemas fronterizos y de reivindicación de territorios. Es el problema de los Balcanes, la denominada “cuestión de Oriente” que enfrentará en primer lugar a Austria y Rusia, pero que condicionará las relaciones internacionales hasta 1914
10)  El interés británico en el Mediterráneo y en controlar, a través del canal de Suez, la ruta hacia la India (“la joya de la Corona”) le impulsará a intervenir en este y otros lugares
11) En la costa mediterránea del Norte de África, Francia controla Argelia (1830), Túnez (1881) y comparte con España un protectorado sobre Marruecos. Los ingleses se instalan definitivamente en Egipto tras la apertura del canal de Suez en 1969.
  
 Estos dos últimos puntos se relacionan con otro gran proceso histórico a caballo entre el siglo XIX y XX: el imperialismo colonial que acabamos de ver en el tema 5 (la dominación europea del mundo). 
 En conclusión, el mapa de 1914 refleja una Europa dividida y conflictiva por múltiples causas y conflictos que se irán agravando durante el período de la denominada “Paz Armada” (1890-1914) en la que se formaron una serie de alianzas y conflictos: carrera de armamentos entre Alemania y Gran Bretaña, competencia imperialista, minorías étnicas y movimientos nacionalistas que pretenden la independencia, expansionismo de Austria y Prusia en los Balcanes, debilidad del Imperio turco, enfrentamiento entre el revanchismo de Francia y el expansionismo alemán.
 Al acabar la I Guerra Mundial (1914-1919), volverá a haber importantes transformaciones en el mapa europeo: puedes observarlo en el mapa de Europa tras la Paz de Versalles en 1919.