El año 2011 ha empezado con un una serie de revueltas de protesta social en el mundo árabe motivadas por las enormes desigualdades y la falta de libertades básicas que piden el fin de los regímenes dictatoriales y procesos de democratización. La novedad y el carácter revolucionario de estas movilizaciones reside en que la protagonizan jóvenes descontentos de las nuevas generaciones que no entienden la naturaleza de las justificaciones ideológicas que esgrimen sus gobernantes, no aparece visible el elemento fundamentalista e integrista y están utilizando las posiblidades que ofrece internet para sus fines. Aún es pronto para valoraciones más profundas y no existe suficiente perspectiva histórica, pero algunos analistas empiezan a ver en estos procesos una nueva oleada de democratización como la que tuvo lugar en los setenta- en la que entramos España y Portugal- o tras la caída del muro de Berlín (1989) en los países comunistas y al URSS.
El siglo XXI empezó con una consolidada globalización mundial y una amenaza terrorista y fundamentalista (11-S de 2001, 14-M de Atocha, 7-J de Londres y otros que no categorizamos por no afectar a nuestro ámbito eurocéntrico occidental) sólo superada por el pánico a pandemias (léase gripe Aviar, gripe A) de momento poco apocalípticas. Pero desde 2007, la nueva crisis económica mundial -nuevamente una visión eurocéntrica pues sospecho que gran parte del mundo atraviesa una crisis crónica desde décadas- nos ha vuelto a dar argumentos para las socorridas comparaciones historicistas -un nuevo crack del 29, una nueva Gran Depresión-. Lo que sabemos es que aquella crisis de los años treinta se resolvió con una nueva guerra mundial -diría que aquello fue algo más que una guerra como demuestra el Holocausto- de la que surgió un nuevo privilegio occidental -el Estado de bienestar- y arrancó una época dorada del capitalismo en parte posibilitada por el neocolonialismo y el intercambio desigual. En la actualidad, la crisis económica que explota en 2007 -por otra parte anunciada desde tiempo atrás- y llega hasta el presente está condicionada por novedosos factores internacionales como son la existencia de países emergentes que compiten con los occidentales -China, India, Brasil...- y la nueva sociedad de masas mundial que posibilitan las nuevas tecnologías de la comunicación. La respuesta a la crisis no puede ser prescindir del Estado de bienestar sino exportarlo de la mano de la democracia -la menos mala de las formas de gobierno- y del desarrollo sostenible. Porque tal vez estemos asistiendo al nacimiento de una nueva situación mundial y no debemos olvidar que todos los equilibrios de fuerzas históricas son dinámicos, inestables y a veces vienen acompañados de cambios traumáticos hasta conseguir una efímera "isostasia", si se me permite el término y con la anuencia de Arquímedes. Para este viaje harán falta nuevos equipajes ideológicos o mejor, una revisión de creencias que lleve a una especie de gobierno de concentración de ideas, técnicas, recursos y valores que permita encauzar lo mejor posible la situación y generar ilusiones sin fronteras.
Liberalismo y capitalismo, socialismo y comunismo deben reflexionar sobre sus éxitos y fracasos. Del liberalismo y el capitalismo debe permanecer el acento en su capacidad para generar riqueza de manera eficaz para el mayor número posible de seres, el respeto y la afirmación de los derechos individuales y su acicate para generar revoluciones tecnológicas; del socialismo, la idea de que el bien común debe presidir cualquier proyecto que persiga el reto de solventar las contradicciones entre el individuo y la sociedad, entre lo público y lo privado, entre la libertad y la igualdad. A partir de ahí, las teorías del decrecimiento, del desarrollo sostenible, la defensa de una nueva generación de derechos, la generalización universal de las anteriores deben contribuir a crear un mundo mejor. .
Entre las necesidades insoslayables se encuentra la de potenciar algún tipo de foro mundial que genere altísimo consenso internacional. Como si de la necesidad de afrontar una invasión alienígena o de un cataclismo mundial se tratase, la supervivencia implica algún tipo de gobierno mundial que inevitablementa pasa por refundar la única institución que actualmente representa ese objetivo: la ONU. Para este fin, trabajemos el concepto de humanidad, superemos anquilosadas visiones nacionalistas, las estrecheces del relativismo cultural del "todo vale" y tomemos en serio la necesidad de aplicar a Declaración Universal de Derechos Humanos y ampliar su alcance con las aportaciones de nuestro legado y de las propuestas de las nuevas generaciones. Por último, sólo nos queda aceptar un humilde punto de partida: comprender las limitaciones de nuestra compleja naturaleza o condición humana desde una optimista perspectiva ilustrada de capacidad de progreso
Materiales para trabajar:
Y el cine marcha (Manuel Huerga, 2008)
Sobre la ONU y los derechos humanos
- Página web de la ONU
- Declaración Universal de Derechos Humanos
- Tres generaciones de derechos humanos
- Hacia la cuarta generación de derechos humanos
- Los derechos humanos: una reflexión
Sobre las revoluciones en los países árabes
- Una ola de cambio
- Libia en revolución
- El Consejo de Seguridad autoriza que La Haya investigue los actos violentos de Libia
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